LAS MUJERES BAUTISTAS EN MIAHUATLÁN DE PORFIRIO DÍAZ, OAXACA.

Ángel Christian Luna Alfaro

2.4 Cultura, identidad y género

2.4.1 Identidad

Para el caso del concepto de identidad, se ha entendido como la forma en que un grupo identifica a sus miembros y a la vez, la manera en que se diferencia de los que no lo son. Esta relación de identificación/diferenciación tiene que ver con un complejo proceso de producción y reproducción de la identidad (Balam, 2006: 22). En cada sociedad existen diversas normas, valores y creencias sobre lo que son los hombres y lo que se considera masculino, así como sobre las mujeres y lo que se considera femenino. Estas nociones, por lo regular rígidas y excluyentes, se integran a la vida de cada individuo – a sus prácticas cotidianas, su visión del mundo y la estructura de su personalidad – en una etapa muy temprana y de una manera rigurosa e intensa. En medio de este proceso, hombres y mujeres, se van creando una identidad, o sea el o los elementos y rasgos distintivos de unos seres con otros.

Al respecto de la identidad de género, bien podemos entenderla como la idea que tiene un ser humano al respecto de su forma de ser varón o mujer en un tiempo y espacio determinado, con sus respectivos límites, costumbres y/o prácticas socioculturales. La religión, nos argumenta Alfie, Rueda y Serret (1994), funge como un pilar histórico/cultural, que brinda parte de la identidad de las mujeres y obviamente de los varones. El trabajo de las autoras, titulado: Identidad femenina y religión, busca analizar desde ópticas teóricas, los elementos históricos, ritos, simbolismos y discursivos, de las dinámicas religiosas, privilegiando más a las sujetas, que a los sujetos (varones).

Considero que para el caso de las religiones monoteístas, identificadas con las tradiciones judeo-cristianas construyen y reconstruyen identidades genéricas, las mismas comandadas por hombres, quienes procuran perpetuar la tradición patriarcal de antaño. Ante los ojos feministas, estos espacios y estilos de vida, bien pueden considerarse desiguales, carentes de equidad entre hombres y mujeres, machistas y androcéntricos. Pero, ¿qué pasa si efectuamos una lectura del hecho y circunstancias descritas, in situ? ¿Cómo se perciben las mujeres en ambientes con las características planteadas, aunada a la carencia de otras instituciones u organismos de ayuda a las mujeres?

La experiencia asignada a un cuerpo e identidad genérica por una religión, difiere mucho entre los sexos. Siendo diversos los factores que determinan lo sugerido, podemos citar, como unos de los más importantes, la interpretación bíblica, ya sea desde la hermenéutica o la exégesis, suele ser un ejercicio generalmente efectuado por los hombres (Pastor, Sacerdote, Líder, etc.), quienes ante la imposibilidad de escapar de su cultura, dictan comportamientos androcéntricos, aspecto que impone el punto de partida de las construcciones y relaciones sociales desde la masculinidad imperante. Esto desde luego deja de lado a la mujer, relegándola a un segundo término en la escala de valores, roles y conformaciones sociales. Alma Macías (1998) rescata parte de esta disyuntiva en su tesis a nivel de licenciatura: El concepto de mujer en la vida religiosa. Comunicación, género, identidad y vida religiosa.

En la medida en que los estudios de género han ido mostrando la importancia decisiva de las transformaciones en la esfera de los valores y los procesos de simbolización para la alteración de las situaciones de desigualdad entre hombres y mujeres, el campo de los estudios de la cultura y de formación de los procesos de identidad en sentido general, ha ganado progresiva importancia dentro de ellos. En la temática de la formación de las identidades se ha pasado de una concepción centrada en la mujer y los roles y valores sociales adheridos a su condición, a otra en la que la individuación y los procesos de intersubjetividad se entienden más en su dimensión relacional y se destaca la mediación de ciertos aspectos socio-institucionales en su conformación. (De Oliveira y Ariza, 1999: 14).

2.4.2 Género y multiculturalismo

Considero necesario, como referente complementario para la comprensión de los estudios denominados como culturales, subrayar que los mismos resultan el esfuerzo de proponer una interpretación de las transformaciones en la producción (y difusión) histórico social de los discursos (Valenzuela, 2003). A su vez y como derivado de los estudios de la cultura, se han planteado diversos conceptos que han servido como categorizaciones que auxilian el análisis de nuevas realidades sociales. El multiculturalismo, resulta ser una de ellas.

Las características que definen los ejes conceptuales del multiculturalismo presentan un fuerte cuestionamiento a la pretendida condición de homogeneidad y superioridad de las culturas dominantes (Valenzuela, 2003: 15). En este sentido, se busca un replanteamiento profundo de la condición de las minorías en la sociedad y en las culturas nacionales (Valenzuela, 2003: 16). Las perspectivas multiculturalistas cuestionan la lógica desde la cual se conforman los metarrelatos dominantes tales como el eurocentrismo, el racismo o el sexismo. (Valenzuela, 2003: 16).

Por ende, podemos concebir a las sociedades como campos de disputa por las representaciones y los significados, siendo el multiculturalismo una expresión crítica radical de las relaciones de poder, asumiendo que la historia cultural misma es un historia del poder y que el análisis de las identidades requiere comprender la construcción social de las diferencias (McLoren- sin referencia-, citado en Valenzuela, 2003: 16). Esta última reflexión, resulta necesaria citarla en el marco de la presente pesquisa, consideramos que este eje conceptual, resulta necesario como un hilo conductor para la misma. Considerar los discursos y posturas de las mujeres pertenecientes a etnias, tribus urbanas o religiones no mayoritarias (por mencionar unos ejemplos), en medio de un sistema mundo que construye sociedades cada vez más complejas, resulta ser una misión de suma importancia. Esto se sugiere con la finalidad de aspirar a sociedades cada vez más plurales, justas y equitativas.

2.5 Referencias y estudios del binomio género y religión

El análisis del género en las religiones, nos argumenta Marcos (2004: 9), se encuentra en la intersección de múltiples disciplinas, tales como las teologías de las religiones institucionales, la hermenéutica bíblica y la ética. Sin olvidar, los aportes desde la sociología, sicología y la antropología de las religiones. Todas estas posturas, están permeadas por la teoría de las relaciones de género, así como feminista. El mismo texto coordinado por Sylvia Marcos (2004), titulado: Religión y Género, nos brinda una pequeña muestra del vasto universo, rescatando ante todo, las posturas de académicas y religiosas, que desde sus trincheras aportan elementos teóricos sobre las circunstancias diversas que viven las mujeres al interior de las estructuras religiosas. Ellas, se aventuran en la empresa de rescatar de la invisibilidad a las mujeres, opacadas por el discurso y posturas patriarcales, característico del cristianismo, entre otras religiones monoteístas (principalmente).

Beauvoir (1999: 443), argumenta que el amor le ha sido asignado a la mujer como su propia vocación y, cuando lo dedica al hombre, busca en él a Dios; si las circunstancias le impiden el amor humano, si es engañada o exigente, elegirá adorar la divinidad en Dios mismo. Coincidiendo con esta premisa, y rescatando la reflexión empírica al respecto de que muchas mujeres, a diferencia de los hombres, asumen más cómodamente, suplir a su pareja o la carencia de la misma, con su idea y sentir, de Dios. El Dios cristiano embona de manera exacta a los parámetros de perfección, fidelidad, apoyo, amor, pero sobre todo seguridad; cualidades o características que de manera regular, no se encuentran en realidades inmediatas. No existió duda, al interrogar a las asistentes de la Iglesia Bautista el Buen Pastor, sobre la identidad genérica de Dios. Todas coincidieron que él es hombre, imposible sería pensar lo contrario, Él es fuerte, corrige y castiga a los que se portan mal, como un padre…los padres, cuando quieren a sus hijos, nos regañan, nos dan nuestras tundas, para que aprendamos. Así hace Dios con nosotras. Él y su palabra, es lo único que necesitamos para vivir, lo demás es pura vanidad.

Al respecto de lo planteado, bien cabría citar las reflexiones de Sigmund Freud, cuando explica las tres funciones de la religión, a continuación la cita:

"Si uno quiere darse cabal cuenta de la grandiosa enjundia de la religión tiene que evocar todo cuanto ella se propone brindar a los hombres. Les da noticia sobre el origen y la génesis del universo, les asegura protección y dicha última en los veleidosos azares de la vida, y guía sus intenciones y acciones mediante unos preceptos que sustenta con toda su autoridad. Así cumple tres funciones. En la primera, satisface el humano apetito de saber, hace lo mismo que la ciencia ensaya con sus recursos y en este punto entra en rivalidad con ella. A su segunda función debe sin duda la mayor parte de su influjo. Toda vez que apacigua la angustia de los hombres frente a los peligros y los veleidosos azares de la vida, les asegura el buen término, derrama sobre ellos consuelo en la desdicha, la ciencia no puede competir con ella. Es verdad que la ciencia enseña el modo de evitar ciertos peligros y puede combatir con éxito muchos males; sería injusto negar que es una auxiliar poderosa de los hombres, pero en muchas situaciones se ve precisada a librarlos a su penar y sólo sabe aconsejarles resignación. Por su tercera función, la de promulgar preceptos, prohibiciones y limitaciones, es por la que más se distancia de la ciencia. En efecto, esta se conforma con indagar y comprobar. Es claro que de sus aplicaciones se siguen reglas y consejos para la conducta en la vida. A veces son los mismos que la religión prescribe, pero en tal caso con otro fundamento" (Freud, 1978-1982: 149).

Al mismo tiempo, Freud nos incita a una reflexión aun vigente en el pensamiento psicoanalítico, que procura rescatar ciertas fijaciones humanas, así como percepciones e ideas sobre Dios determinadas en la infancia, que se llegan a enraizar y manifestar en la vida adulta:

"…Se explica fácilmente que las seguridades consoladoras y las severas demandas éticas se entramen con la cosmogonía. En efecto, la misma persona a quien el niño debe su existencia, el padre (dicho de manera más correcta: la instancia parental compuesta de padre y madre), protegió y cuidó también al niño endeble, desvalido, expuesto a todos los peligros que acechan en el mundo exterior; y él, bajo su tutela, se sentía seguro. Devenido adulto a su turno, el hombre se sabe por cierto en posesión de fuerzas mayores, pero también, ha crecido su noción de los peligros de la vida, y con derecho infiere que en el fondo permanece tan desvalido y desprotegido como en la infancia, y frente al mundo sigue siendo un niño. Por eso tampoco ahora gusta de renunciar a la protección de que gozó cuando niño. Empero, hace tiempo ha discernido que su padre es un ser de poder muy limitado, no provisto de todas las excelencias. Entonces recurre a la imagen mnémica del padre de la infancia, a quien sobrestimaba tanto, lo erige en divinidad y lo sitúa en el presente y en la realidad objetiva {Realität}. La intensidad afectiva de esta imagen mnémica y su no extinguida necesidad de protección son las portadoras de su creencia en Dios" (Ibidem).

A pesar de los intentos feministas de nombrar a Dios en femenino (He/She-God), parece ser que acerca de la cuestión del sexo divino, los monoteísmos hayan decidido siempre a favor del masculino , y que las "diosas", por tanto, pertenecieran al politeísmo, a los politeísmos que designamos sin exclusión con un nombre griego, como otra manera de expresar lo múltiple (poly-) que construye su fundamento (Loraux, 2005:50).

La postura descrita, ha estado acompañada de diversas defensas y argumentaciones desde la academia así como instituciones conservadoras, identificadas mayoritariamente, al menos para el caso del continente americano, por la iglesia católica. Pierre Debergé (2007), asegura que vivimos en una sociedad que no favorece el reconocimiento de la diferenciación sexual y donde corremos el gran riesgo de confundir igualdad, con identidad del hombre con la mujer. El mismo Debergé (2007) se alarma sobre la permisividad de la homosexualidad, incitando a no verla como una "simple" variante de la sexualidad, preocupándole la idea de que la diferencia sexual, no tiene importancia espiritual ni intelectual.

Para diversas sociedades religiosas, el sexo, es indivisible de su género, o sea, lo genital, determina a la persona al interior de las dinámicas familiares, así como los roles que "deben" o "debemos" asumir, como resultado de costumbres y/o tradiciones generalmente patriarcales. En este sentido podemos argüir una especie de naturalización de los papeles y roles, siendo la aseguración de los mismos, apoyados por los preceptos religiosos, el resultado de estructuras de vida rígidas y verticales, situación que ha llevado y obligado a muchas mujeres al intento de construir discursos, así como estilos de vida y cosmovisiones que les ayuden ante el avasallador posicionamiento masculino en las estructuras religiosas.

Acerca de lo descrito, Lamas (2003: 11) considera que la categoría género resulta amenazante para el pensamiento religioso fundamentalista porque pone en cuestión la idea de "lo natural" (tan vinculada con la de lo "divino"), y señala que es la simbolización cultural, y no la biología, la que establece las prescripciones relativas a lo que es "propio" de cada sexo. El argumento anterior, bien puede ser tomado como los indicios de identidad de género al interior de iglesias, y estructuras religiosas que interpretan casi de manera literal o fundamentalista sus preceptos o libros sagrados. El enfoque de género, también ha sido pensado, desde estas estructuras (principalmente católicas), como una especie de ataque, al respecto, ofrecemos la siguiente cita:

…no permite apelar a la "naturaleza" o a la razón o las opiniones y deseos de mujeres verdaderas, porque según las "feministas de género" todo esto es "socialmente construido". No importa cuánta evidencia se acumule contra sus ideas; ellas continuarán insistiendo en que es simplemente prueba adicional de la conspiración patriarcal masiva en contra de la mujer .

Es interesante poner énfasis en palabras como: "mujeres verdaderas", considerando a las mismas, como hijas de Dios, o sea, de la verdad; entendiéndolas como únicas poseedoras de la potestad divina, excluyendo a las que piensan y se posicionan con otras ópticas e ideologías.

Siguiendo con la línea crítica hacia el enfoque de género, María Osiris Reyes argumenta: "El antagonismo sexo vs género no sólo niega los avances de la ciencia en la materia, sino que, ha contribuido a destruir la vida de personas en lo individual, de parejas en lo conyugal y las relaciones entre hombres y mujeres en lo social se tornan cada día más violentas. Una teoría que fracasó desde su experimentación se ha convertido en el nuevo paradigma para las políticas públicas a nivel mundial, desde las Naciones Unidas hasta el pequeño Jardín de Niños, en donde aplicando políticas de género se trata de cambiar las conductas de niñas y niños, hombres y mujeres para buscar una igualdad que no saben en qué radica ".

Existe una constante en le pensamiento de los líderes religiosos cristianos , misma que tiene que ver con la idea de que toda la feligresía tiene o debe tener una ideología, postura y discurso estándar, cosa que no resulta ser exclusiva de las instituciones sociales religiosas, siendo los partidos políticos, instituciones educativas, sindicatos, entre otras, que buscan, mediante el o los carismas de sus líderes, plantear en su discurso el pensamiento de que todas y todos sus miembros creen o están en el entendido de que lo que se dice, se piensa, se acatará sin objetar o interpretar, sin titubeos, obedientes y sumisas/os. Incluso, en diversos casos, para efectuar investigaciones al interior de las iglesias, el liderazgo, cuando se le pide autorización para entrevistar y presenciar reuniones o rituales, impone que se le entreviste a él, ya que considera que lo que él piense, opine o sepa, es exactamente lo mismo que el resto de la congregación religiosa.

Elizabeth Juárez Cerdi (2007), plantea dicha trama, en su artículo denominado: Las hijas de Eva, de la normatividad a la transgresión. La autora efectúa un análisis comparativo, apoyándose de historias de vida de mujeres de iglesias bautistas y pentecostales, haciendo notar aspectos que oscilan entre el deber ser y lo que son. Así pues, Juárez Cerdi, nos muestras valiosas imágenes de algunas mujeres habitantes de Zamora, Michoacán, quienes muestran, ante los ojos del liderazgo masculino un rostro sumiso, pero al sentirse sin esa presencia, se transforman, rompiendo con la idea homogénea de las altas cúpulas religiosas. Muy al contrario a lo que se puede pensar o visualizar de entrada (empíricamente), muchas mujeres, nos dice Elizabeth Juárez, ocupan el discurso religioso para aplicarlo a sus circunstancias de vida, con la finalidad de lograr sus objetivos, poniéndolos por encima de los planteados de la misma congregación religiosa.

Los casos derivados de las iglesias cristianas no católicas, en relación a las problemática citadas, suelen ser heterogéneos. Recordemos que existe un mayor número de población laica que interviene de manera más abierta en los procesos de elecciones de dirigencia en cada una de las iglesias; suelen transparentarse sus ingresos y egresos. Los puestos al interior de las estructuras pueden ser asumidos y renovados constantemente, sin tanto requisito o lentitud, a diferencia de la iglesia católica. Y en lo que respecta a las mujeres, a diferencia de las católicas, son más consideradas para cargos, al menos simbólicamente más trascendentes. Todo esto y más, provoca, que desde diversas posturas, tanto mujeres como hombres, critiquen, más abiertamente su credo e instituciones, logrando cambios significativos en diversas áreas de la iglesia. Desde luego que esta batalla, se encuentra principalmente comandada por mujeres.

Los textos al respecto, podemos dividirlos en dos posturas. Los de divulgación o comerciales, que plantean con un lenguaje bastante sencillo una postura que intenta analizar las citas bíblicas desde un enfoque hermenéutico. Los mismos, no dejan de ser una rareza para las familias y mujeres cristianas, aunque más comunes de hallar en los hogares mexicanos evangélicos. A la fecha, en ninguno de estos he localizado un enfoque feminista o de género, que se posicione con un análisis más profundo sobre lo que implica lo femenino y lo masculino al interior de las iglesias. El otro rubro, es el perteneciente a la academia. Esos son todavía más escasos, pero desde luego más abundantes a diferencia de la iglesia católica.

Las 10 mentiras que la iglesia le dice a las mujeres, de Lee Grady (2000), es una muestra interesante dentro de los textos de divulgación. El autor busca demostrar, mediante un estudio bibliográfico, las formas en que se ha usado la Biblia para mantener a las mujeres en lo que denomina "esclavitud espiritual". Este tipo de texto, contiene, aparte de explicaciones un tanto teóricas, una serie de experiencias de la vida cotidiana, sobre la vida de pareja cristiana, en los Estados Unidos. Al mismo tiempo, cada vez que concluye un apartado, sugiere una serie de ejercicios que ayudaran a la mujer a su proceso de "liberación espiritual". Es innegable la tendencia referente a libros de "superación personal", quienes proponen una serie de pasos o aspectos a seguir, asegurando, para este caso, que si los efectúas, en el nombre de Jesucristo, llegarás a ser una cristiana exitosa. Grady (2000) enfatiza en su obra, la importancia de "activar" a las mujeres en los ministerios, aquellos que tienen que ver con evangelizar, orar, cuidar, etc. En este sentido, puedo notar que a la mujer se le toma en cuenta, siempre y cuando su fuerza de trabajo se traduzca en beneficio de su congregación o Iglesia (apoyo para hombres). Los problemas que experimentan, así como las voces de ellas, en términos de los vínculos sociales, o sea, la vida fuera de la Iglesia, están ausentes.

Una de las escritoras que me recomendaron para adentrarme al mundo femenino evangélico, en una librería cristiana no católica, en el Distrito Federal (México), fue el caso de Hada María Morales. Pude conseguir un par de sus escritos: Mujer ¡levántate y resplandece!(2006) y Mujer, atrévete a ser feliz (2005). La chica que me recomendó esta lectura, me turnó el correo electrónico de la autora, dándome la impresión de que, quien me atendía, era una asidua lectora de Hada Morales. Procedí a la compra y a enviarle un correo. Lo que pude detectar, no es más que una lectura sencilla, llena de buenos deseos, muy al estilo de la literatura de superación personal y eso que últimamente le llaman "desarrollo humano". A la autora, en un correo electrónico , le pregunté lo siguiente: "me gustaría saber cómo defines a la mujer, desde el punto de vista bíblico, si me podrías brindar algunas citas que expresen características de actitud, espirituales, sociales, sentimentales, etc. a resumidas cuentas, como debe ser una mujer cristiana"

 

La respuesta, a continuación:

Te prometo que lo haré pero con mesura y guiada por el Espíritu Santo pues no cuenta lo que yo te pueda decir sino donde esta lo que tu quieres saber...

Aguardé a su respuesta, y no hubo tal. Mi prejuicio, me hizo pensar que ella formaba parte de alguna congregación cristiana de origen neopentecostal, altamente emocionalista, pero me contestó (emotivamente): Asisto a una congregación Luterana cuyo Pastor es sociólogo y sicólogo graduado, ha estado pastoreando por casi 42 años y me gusta su postura pues ahí se alaba a Dios por supuesto, pero sin "chiripiolcas". Cada vez que voy me gusta saber que salgo con una versión real y PRACTICA para aplicar y vivir el evangelio, este no es asunto de emoción sino de acción!

Sobre el debate que tiene que ver con pensar a Dios como Diosa, interrogué: ¿Podríamos concebir o pensar a una Diosa, en lugar de un Dios? No soy teóloga pero tengo entendido que desde ese punto de vista Dios es padre y madre al mismo tiempo por ello en esta cuestión conversa con uno o más teólogos de este asunto. La verdad que eso a mi no me preocupa pues me basta saber que existe, que le conozco, que me conoce y que le amo y el me ama… Tanto en sus textos, como discursivamente (o lo que redacta en sus mails) Hada opina:

La mujer es un vaso frágil que debe de ser cuidado, respetado y fuimos pensadas para triunfar, para desarrollarnos y para no entregar nuestro poder a nadie!

Yo pregunté: ¿Este es tu pensamiento al respecto de las mujeres (concepción)?. ¿Es lo contrario el caso de los hombres? O sea, consideras que los hombres son los sujetos fuertes, que son vasijas fuertes.

Me atrevo a decir que Dios pensó en nosotras desde el punto de vista físico y que nuestro corazón es muy sensible y a veces las emociones nos dominan. En cambio el hombre si lo vemos desde el punto de vista físico es de una contextura fuerte y menos susceptible en el área emocional. Somos vaso frágil porque dentro de nosotras se deposita vida y mira tú si una mujer en estado de gestación es algo tan hermoso y frágil que da ternura y que sin palabras te llama a que la protejas. En otros aspectos especialmente cuando debemos de defender o luchar por nuestras familias somos fuertes como ninguna! La pura verdad es que Dios no estaba loco cuando nos creo con cualidades especificas con la idea de que nos complementáramos, Yo tengo 31 anos de casada y 4 hijos, me ha tocado ganar mi lugar pero si te digo una cosa siempre necesite a mi esposo en la formación de nuestros hijos y el siempre me necesitó a mi para el mismo fin!

Como bien se puede notar, Hada Morales, no es una académica y pese a considerarse una especie de feminista pero a la manera de Jesús, sus propuestas, no dejan quedarse en eso, propuestas, sin lograr hurgar sobre las problemáticas de fondo, más bien da la impresión de fomentar muchos hábitos tradicionales en la mujeres, tales como la atención a la pareja, el ser buena madre, entre otros. Los problemas de las mujeres los simplifica, procurando solucionarlos mediante la aplicación del VAVA :

V= Visión A= Actitud V= Valor A= Aptitud

De esta manera pretenden remediar, algunas de las mujeres cristianas del mundo, sus dificultades o carencias, así como sus necesidades. Pese al origen latinoamericano de la autora (Centroamérica) da la impresión de ignorar, o al menos dejar de lado, las grandes necesidades de las mujeres de estas regiones del planeta, mismas que se encuentran en el rezago y marginación económica y social de los sistemas de gobierno, y como podemos notar, religioso. No es que considere a la autora como mal intencionada, una vez más, el problema es vivir en mundos diferentes, el contagio de ciertas modas y discursos, que pueden ser aplicables o más digeribles, por ejemplo a mujeres norteamericanas (lugar donde radicaba, al menos para el año 2007). Hada María Morales, resulta ser un ejemplo de un tipo de literatura aborrecida por las vertientes críticas y ávidas de propuestas resultados de investigaciones, bien argumentadas, pero adorada y bien aceptada por una cantidad amplia del sector femenino, que quizás no cuente con una formación educativa más allá de la básica, mujeres que desde luego, se encuentran más necesitadas del planteamiento de una serie de pasos que les pueden asegurar una vida plena, pero sobre todo exitosa, en Cristo, o sea, un planteamiento hecho por alguien que les dé a pensar que si se someten a lo que a ella le funcionó o funciona, seguramente, les garantizará el mismo resultado.

Tampoco podemos negar que recurran a la lectura de sus textos, al menos para el caso de México, mujeres con estudios universitarios, después de todo, existe un sin fin de profesionistas, tanto hombres y mujeres, que basan su vida en los preceptos vertidos en los textos de superación personal, de autoría de Carlos Cuauhtémoc Sánchez, Paulo Coelho, Og Mandino, entre otras personalidades de este género .

Los ejemplos en torno a escritos con el tipo de "superación personal", "la obtención del éxito en quién sabe cuántos pasos", entre otros preceptos derivados del género literario descrito, son varios. Parece que la línea se vuelve más aguda, cuando se argumenta que es un Dios, quien la dicta. Las posturas que ahora denominamos como tradicionales en las mujeres, tales como la sumisión, las emociones (antes de la razón), la "vulnerabilidad", entre otras tantas más, incluyendo sus roles a desempeñar, como ama de casa, compañera del hombre, madre, etc., son expuestas en diversas obras, considerando que las mismas, son resultado de un diseño divino.

A los hombres, para algunos autores cristianos (Munroe, 2003, Rosario, 1996), Dios les ha dotado de la visión, las metas y los objetivos, son los portadores de la lógica, la razón y el ejercicio de las iniciativas, orden y organización tanto de la familia y por ende, de la misma sociedad. Las mujeres, se deben anexar a ellos, para auxiliarles en el proceso de obtención de esas metas, se convierten, en este sentido, en una especie de instrumento que ayuda a ejecutar los mandatos, necesidades y objetivos de los hombres.

Los personajes femeninos en la Biblia, también han sido objeto de la elaboración de escritos, generalmente de corte evangélico (Netta de Money, 1988, Frances Vander Velde, 1990). Las historias de ellas, son planteadas en términos de bondad y maldad, siendo el estudio bíblico la fuente principal para obtener datos al respecto de la vida de cada una de ellas. Resulta de mi interés comentar, que para el caso de las sociedades religiosas cristianas, no católicas, es más común encontrar abundantes referencias en torno a los personajes femeninos, para el caso del catolicismo, el asunto suele reducirse a María, en su estatus de virgen y el caso de Eva como contraparte. Las obras suelen repetir "las virtudes" de las mujeres como ejemplos a seguir para las feligresas, promoviendo aspectos ya descritos en líneas atrás, tales como la sumisión, entrega y fidelidad al varón, maternidad, labores del hogar, etc.

John MacArthur (2004), autor cristiano bautista, brinda un texto titulado Distintos por diseño. Cómo descubrir la voluntad de Dios para el hombre y la mujer. El mismo libro, nos introduce, no sólo a la visión de un hombre religioso sobre lo que debe ser un hombre o una mujer, si no también de una porción bastante considerable de la congregación internacional bautista. El autor argumenta que su postura está basada en la Biblia, aspecto complementado en una supuesta averiguación, muy somera, sobre resultados de "investigación" con el sesgo, a mi juicio, bastante cristiano, explicación básica, para argumentar acerca de las diferencias entre los hombres y las mujeres. Los roles tradicionales, tales como esposa/esposo, madre/padre, entre otros más, son recalcados por el autor, como parte del plan de Dios para con sus hijos e hijas. Aunque MacArthur cita un listado abundante sobre referencias de investigaciones provenientes de instituciones y prensa de "prestigio" anglosajonas, dando una impresión de un trabajo, un tanto académico, sus argumentos, son débiles, resolviendo todo, con lo escrito en la Biblia. Resulta conveniente aclarar, que si bien la Biblia es un texto importante para la feligresía, así como para el mundo literario, no podemos tomarlo como un texto serio en torno a las exigencias científicas. Es decir, no considero sano concluir una discusión escabrosa sobre los roles de hombres y mujeres, en cualquier sociedad, con el dogma religioso.

Pese a que MacArthur cite exhaustivamente a las y los feministas cristianos, me parece, que la misma categoría, se encuentra difusa, considerando que ambas posturas son como agua y aceite, imposibles de conciliar. El mismo autor, pese a criticar constantemente a los movimientos feministas, da la impresión de ignorar el génesis de la postura, el status actual y las maneras que se ha instalado, así como los logros de la misma en las sociedades actuales. Es eminente el rechazo hacia todo lo que se escape a la postura cristiana en su versión evangélica, el resto de pensamientos, ideologías, entre otras, es denominado, el mundo, considerando que ese mundo, les ha engañado, criticando fuertemente la imparcialidad de la feligresía, horrorizado por la confusión secular, entre otras cuestiones, que no son más que un llamado a seguir en el redil de lo que denominan o reconocen como los caminos de Dios, situación que a mi juicio, puede ser cada vez más compleja, sobre todo ante la idea de cada una de las variantes religiosas, mismas que consideran ser poseedoras de la verdad absoluta.

¿Qué dice la Biblia de la mujer en el ministerio? Interrogante que sirve de pretexto para desarrollar un ensayo de parte de Martin R. De Haan II (2007); la misma pregunta ha sido una problemática compartida, por más de un autor. Desde luego, que las respuestas no dejan de ser meras opiniones que no suelen tener eco en las estructuras religiosas, debido a que no existen consensos o acuerdos generales sobre sus posturas, al respecto de las mujeres y su relación con la Iglesia.

De Haan II reconoce en su obra, la carencia de acuerdos en diversos ministerios religiosos, sobre todo, los que tienen que ver con los principios de igualdad y liderazgo al interior de las sociedades religiosas. Desde luego, el autor no se atreve a plantear su postura con carácter de total, reconoce que las perspectivas teológicas tradicionales, se encuentran en tensión, y que urge, tomar cartas sobre el asunto referente a la incursión de las mujeres a los altos puestos dentro de las jerarquías eclesiales.

La literatura evangélica norteamericana ha decidido incursionar en temas escabrosos tales como la sexualidad femenina. La batalla de cada mujer, de Shannon Ethridge (2004), plantea un reflejo de un texto similar, nada más que dedicado a los hombres: La batalla de cada hombre de Fred Stoeker, Stephen Arterburn y Mike Yorkey. En el texto son expuestas las problemáticas referentes al ejercicio de la sexualidad de algunas mujeres anglosajonas, que viven en los Estados Unidos de Norteamérica. Se tratan temas sobre la infidelidad, masturbación, pornografía, el sexo premarital, bigamia, entre otros tantos más. Aunque los temas se intentan tratar y exponer con audacia, el círculo vicioso de la superación personal, hace acto de aparición. Shannon Ethridge sugiere una serie de pasos a seguir, para evitar caer en la tentación y los pecados derivados del ejercicio de la sexualidad, no aprobada por el cristianismo, considerando, el sexo (coito) antes del matrimonio o la masturbación, como actividades "ilícitas" y pecaminosas. Pero, ¿a caso una recomendación o tips, así como la fuerza del Espíritu Santo, podrán evitar que una jovencita se masturbe o tenga coito antes de llegar al matrimonio? ¿Se tiene que llegar al matrimonio?, ¿Es el matrimonio el camino para la felicidad de las personas? ¿La virginidad garantiza una vida plena y feliz para una creyente? Y el tema del lesbianismo, ¿lo debemos seguir viendo como una "desviación" o resultado de la posesión de un demonio? Me sigue dando la impresión que la vida "cristiana" actual, se quiere seguir midiendo con parámetros que se encuentran en desuso, también me resulta conflictivo considerar que ya no existan valores o que se hayan perdido, como dicen muchas personas, más bien, existen nuevos valores, que no quieren ser entendidos, ni aplicados por las viejas estructuras de pensamiento. Esto desde luego, no deja de ser una amenaza al establishment religioso, que suele utilizar una doble moral, que le urge imponer, lo que ni ellos mismos hacen, aunque lo intentan afanosos, con muchos conflictos existenciales de por medio.

Los temas sobre sexualidad, son extremadamente vendibles, siendo una demanda visible en casi todos los ámbitos de la vida social, esto potencia la compra masiva, así como el éxito de las obras citadas. Resulta interesante resaltar la condena al ejercicio de la sexualidad en pleno siglo XXI, considerando más de una de las prácticas fuera del matrimonio , como anormal, perversa, pecado, o incluso como aberración antinatural.

Sobre los libros de carácter más académico o formales, también existe una considerable producción. La mayoría, como ya señalé, resulta ser una redacción a cargo de mujeres provenientes de iglesias evangélicas. Una de las temáticas que se abordan cada vez más, es la referente a la teología feminista. Sonia Villegas (2005), nos introduce, apoyada por la influencia de Beauvoir (1999), al mundo religioso del sexo olvidado: la mujer. A diferencia de otras teóricas y académicas, la autora se posiciona en el discurso feminista/marxista. Resulta ser sorprendente la revisión histórica y literaria que Villegas hace en su obra, aunque para el caso que se trata en este escrito, el análisis sobre las figuras femeninas bíblicas, es de suma trascendencia, siendo particularmente de mi interés las reflexiones de prototipos femeninos cristianos, tales como: La Virgen María, Eva, Lilith y María Magdalena.

Pamela Dickey Young (1993), también le apuesta a la elaboración de una metodología para plantear una teología feminista cristiana. La teóloga Dickey se inserta a la disyuntiva del estilo de vida cristiano, que libera y al mismo tiempo oprime, siendo, juez y parte de la problemática, enriqueciendo buena parte de su propuesta política e intelectual. En este sentido se posiciona su pensamiento teológico, siendo uno de los objetivos esenciales el combate al patriarcado, siendo de suma importancia que, pese a los bemoles del cristianismo, el discurso y acción, sigue brindando, tanto a ella, como a otras mujeres, respuestas a las preguntas clásicas referentes a la proveniencia, estatus actual y proyección escatológica del devenir personal y social,

Marga Muñiz (2000) ofrece, desde la exégesis bíblica, una interpretación acorde a los tiempos actuales, sobre los roles de mujeres y hombres a lo largo de las historias narradas en la Biblia, en un texto denominado: Femenino Plural. La autora, preocupada por la disyuntiva en la cual se encuentran muchas creyentes sobre la enseñanza de las escrituras en torno a la igualdad y sumisión mutua, en vez de jerarquía entre los sexos, brinda un acucioso tratado sobre la posibilidad de visualizar a las mujeres como lideres con igualdad de facultades espirituales que los hombres. Esto con la finalidad de incitar a una libertad para actuar, sin pensar que se intenta estar por encima de la autoridad de las Escrituras.

Conjeturo que la interpretación hermenéutica y exegética que le sepamos hacer a los textos bíblicos, en muchas regiones latinoamericanas, o con una carga cultural hacia la postura patriarcal, no dejan de ser una especie de "lujo". Podemos notar en este tipo de textos "interpretativos", que las y los autores, evalúan los pasajes de la Biblia, en la lengua que fue escrita originalmente, siendo esta dinámica, un privilegio que pueden gozar muy pocas personas.

Así que las "interpretaciones y aplicaciones correctas" que se le hagan a la Biblia, e incluso a cualquier texto sagrado, no dejan ser parte de una postura política, no tiene que ver con lo que se entiende, si no con lo que se quiere, gusta o es conveniente para un grupo de personas que gozan la fortuna de ser líderes en su credo. Tocando una vez más el lado académico, resulta de mi interés citar los cinco tomos que conforman la obra: Historia de las mujeres, de Duby y Perrot (2005), mismos que abarcan períodos desde la antigüedad clásica, hasta el siglo XX, albergando varios aportes al binomio género y religión, obviamente desde una perspectiva histórica. Algunas de las preocupaciones o temáticas abordadas, giran alrededor sobre la percepción de una diosa, en la antigüedad clásica. La mirada del sacerdocio católico sobre el cuerpo femenino, los protestantismos y la construcción de género desde la Biblia, entre otros tópicos.

Pero ¿Es cristiano ser mujer?, se pregunta Emilio García Estébanez (1992). García forma parte de una especie de "secta" conformada por críticos generalmente de origen español o que redactan en castellano, y que se encargan de señalar "los errores" de la iglesia católica. Incluso este peculiar grupo, ha formado parte de la misma institución, como creyente, coordinador de una labor importante, etc., aspecto que se resalta en la presentación de sus obras, así como el manejo de fuentes, narraciones dramáticas, en cuanto a momentos o períodos de su vida al interior de la citada sociedad religiosa. Dentro de este grupo autores "rebeldes" podemos citar al controvertido Chimo Fernández (2006) quien con obras con títulos que hacen despertar el morbo, tales como: El cristianismo desmitificado. Estudio de la sexualidad en tiempos de Jesucristo, propone analizar diversas historias al interior del Antiguo y Nuevo Testamento bíblico, que nos pueden dar ideas sobre el ejercicio de la sexualidad del pueblo de Dios.

Volviendo con García Estébanez (1992), el autor contrasta los avances en materia de derechos humanos en la escena internacional y la diferencia de las interpretaciones bíblicas en su acepción tradicional, misma que desarrolla pragmáticamente la teoría de la inferioridad del sexo femenino y de la supuesta subordinación al masculino. Siendo una de las intenciones del autor, plasmar a las mujeres como víctimas de una situación, donde la cultura patriarcal, hace de ellas, lo que considera conveniente.

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